De siembras y cosechas: Un huerto.
Hay cosas que uno no entiende pero percibe, y que no puede evitar que pasen. Algunos le llaman destino, otros consecuencia, otros fruto de la semilla que se sembró. De todas maneras, hay unos que siembran para que otros cosechen, hay unos que no saben lo que siembran y luego se sorprenden y reclaman sobre sus frutos, hay unos que no siembran nada, y aún así esperan neciamente resultados; hay otros cual la parábola de la higuera estéril (Lucas 13: 6-9), que quizás solo necesitan motivos para dar frutos, un empuje, una razón...
El que siembra semillas de frutos que conoce no teme a la cosecha, la espera ansioso. Y durante el proceso, vela de su huerto.

Lucas 13:6-9:
“Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.
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