lunes, 6 de abril de 2015

Cuando no escribo...

Cuando no escribo es porque me encuentro viviendo, cuando escribo lo hago plasmando lo que viví.

Cuando se unen la tinta y la vida el papel se vuelve mágico. Sin ser doctor sana heridas, sin tener alas enseña a volar, sin ser barco enseña a navegar, sin ser camino guía los pasos, sin ser clarividente predestina, sin ser profeta predica, sin ser padre fecunda, sin tener sexo te lleva al climax... Por último; un buen escrito, sin ser la fuente de la eterna juventud la cual buscaron Gilgamesh y  Juan Ponce de León, puede tener la facultad de inmortalizar a su creador y mostrarlo siempre joven, siempre veraz, clásico y a su vez moderno, imperecedero.

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